sábado, 17 de octubre de 2009

Occidental, moderno y cristiano

Madurar no es dejar los juegos de niños, volverse más serio y prolijo, sentar cabeza y andar por la vida con más precauciones. Madurar es descubrir lo que uno es e intentar acercarse lo máximo posible a esa esencia. Por eso un joven y despreocupado viajero, aferrado a nada, puede ser mucho más maduro que un respetable señor, con sus negocios, sus propiedades, su familia ejemplar y sus pastillas para dormir.

4 comentarios:

  1. amén... digo, amén de lo que duele, es lindo madurar cuando se es viajero errante. Saludos.
    Gute Bizomática

    ResponderEliminar
  2. Lindas palabras.. gracias por pasar y por comentar. Creo que en todos -o casi todos- los casos duele, por el despojo con que viene de la mano. Supongo que así es la historieta, bienvenida sea. Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. que buenas sentencias, nada mas lejano de la verdad. Para mi madurar es tomar decisiones y hacerse cargo del devenir. Y esas deciciones toman partido desde ´´el ser´´ muy poco escuchado.

    ResponderEliminar
  4. Claro, pero siempre y cuando, como decís, tomen partido desde el ser, desde adentro. El problema, creo yo, son las decisiones cuyo fin es acercarse a un prolijo modelo de éxito que viene de afuera, lejos de lo propio. Claro que "lo propio" cambia de persona a persona.
    Un saludo, gracias por los comentarios.

    ResponderEliminar