lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Cuánto hace que escribí esto?

Me está preocupando (un poco) el acordarme cosas, situaciones, diálogos, decisiones y no saber si realmente* ocurrieron, o bien si fueron soñados, deseados, imaginados. Muchas veces se trata de trivialidades, es cierto, que en la oscuridad y la neblina de su intrascendencia no logran constituirse en firmes e innegables fragmentos de realidad. Algunas veces, algún hecho concreto sucede posteriormente, claro que en los momentos en que mi conciencia es aguda y estable, demostrándome que aquél borroso suceso del que yo dudaba, efectivamente había ocurrido, o bien cerciorándome de lo contrario: ese pequeño diálogo, esa gris certeza, ese imperceptible reproche o lo que sea el recuerdo, había sido sólo parte de un sueño. Otras veces, este hecho concreto no se presenta, y la duda sobre la veracidad de lo sucedido (de lo recordado, más precisamente) me acompaña un tiempo, sin llegar a perturbarme, hasta que me olvido de aquello. Seguramente reemplazado por una nueva duda, una renovada falta de certeza.



* descontando lo ambiguo de este concepto.

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