viernes, 28 de mayo de 2010

Cuidado con la costumbre

La cotidianeidad como fuerza abrumadora que detiene el cambio. El acostumbramiento que inhibe el desarrollo de todas las posibilidades, las más ricas y las más oscuras. Puede intuirse que algo no anda bien (puede incluso tenerse la certeza) pero la comodidad y la tranquilidad de “lo de todos los días” paralizan hasta la lengua. Saber que tal persona va a estar ahí, aun despreciada, acostumbrada; saber que ese dinero va a entrar en la cuenta a fin de mes, cualquiera sea el costo, cualquiera sea la pérdida; saber que cumpliendo con determinados requisitos, satisfaciendo expectativas puntuales, entonces tal resultado será obtenido, tal reconocimiento concedido. En definitiva: saber que el mañana será previsible a partir del hoy.

Todo aquello, esa perezosa y cobarde rutina es la que más eclipsa a la hora de tomar decisiones. Destiérresela: apréciese el hecho de que mañana pueda ser radicalmente distinto a hoy, valórese la transformación, la mutación, el descubrimiento, aunque la vida pierda esos pilares que parecían ser tan firmes, tan seguros.
Tan repugnantemente previsibles.

1 comentario:

  1. Sos tan claro escribiendo cosas tan complejas. Y coincido 100% con vos.

    Un beso.

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